Pollo facts, pollo-opinions. Es fácil: yo escribo, ud.lee.

Wednesday, May 11, 2005

Un hombre se forja a madrazos.... (?)

Bien, siguendo con el tema del otro día, le iba a contar a usted acerca de mi golpeada infancia. Grandes sucesos me forjaron y moldearon en medio de golpes... la mayor parte de ellos involuntarios. O qué, cree usted que esta cara la tengo así de a gratis?

Recuerdo cuando tenía 2 años. Una tarde mi madre y mi abuela me llevaron con ellas de shopping a París Londres (hey, aún no existían Zara, Santa Fe o similares! Estamos hablando de tiempos antediluvianos...), el cual se encontraba en la esquina de Sonora y Av. México, allá en la Condesa. Mientras mi madre y su madre revolvían los vestidos colgados y curioseaban entre las pilas de suéteres de otoño-invierno 1981, yo me aburría sentado a las piernas de un maniquí. Cansado de verle los calzones a aquella plática y rígida mujer, decidí emprender carrera hacia las escaleras eléctricas.. No llegué ni al segundo escalón, cuando mi abuela gritó:
¡¡¡Pamela, el niño!!!!

Y mi madre, obedeciendo a los tiernos instintos maternales, corrió a jalarme del brazo. El tirón no me hizo llorar, sólamente gruesas lágrimas corrían por mi cara. Una hora y diez cargos a la tarjeta después, regresamos a casa. Sin embargo, yo seguía llorando, y me apretaba el brazo. Mi madre no le dio importancia, y sólo decía ocasionalmente:

¡Ya deja de llorar! ¡Bájale a tu berrinche!

Pasaron las horas, llegó mi padre a comer, yo lloraba y lloraba. Mi abuela decía que yo tenía algo grave, mi padre preguntaba la razón y mi madre sólo justificaba el caso de maltrato infantil. Finalmente, me llevaron al hospital, donde los doctores dictaminaron distensión muscular. ¿Su remedio? Me torcieron el brazo cual si exprimieran una toalla... el dolor cesó.

Meses después, en el Parque España estaba yo en el volantín (ese juego que gira, admite niños felices y expulsa mocosos mareados que vomitan). En el eje del juego no había una tapa, y se me hizo fácil meter el dedito... de la mano, y sólamente se oyó un CRUNCHHH, lo que hizo detenerse el juego. Recuerdo ir acostado en una ambulancia, y cada vez que me quería sentar, una gorda mano de enfermero con cara de judicial me aventaba de nuevo a la camilla, seguido de un NO TE PARES!!

Un rato despúés regresé a casa con el dedo entablillado, hinchado y adolorido. Mi hermano en ese momento tendría unos meses de nacido, ya sabe usted, cuando los méndigos mocosos agarran todo lo que les llama la atención y lo aprietan con fuerza... en este caso, un dedo entablillado. La sinfonía de alaridos a dos voces no se hizo esperar; yo del dolor, él por el susto de oir mi grito o por el gusto de acompañarme.
En próximas entregas les contaré de las veces que mi madre me descalabró, o cuando yo mismo me hice un extreme - makeover en la cara...

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